El principito
Que los "grandes" siempre quieren que dejemos de lado el arte, la imaginación y todo intento de fuga de la realidad difícil de llevar, que tendemos a ser superficiales y a juzgar a los demás por su forma de vestirse, que muchas veces caemos en la tentación de darle demasiada importancia a lo material y nos convertimos en prisioneros del dinero, que siendo chicos hubo momentos en que nos sentimos incomprendidos.
Y aprendí que hay que exigir a cada uno lo que cada uno puede dar, que juzgarse a uno mismo es mucho más difícil que juzgar a los demás, que siendo vanidoso no se oyen más que las alabanzas, que muchas veces tenemos conductas cíclicas que nos producen displacer como el bebedor que bebía para olvidar la vergüenza que le daba beber. Que muchas veces nos creemos muy ocupados, incapaces de dedicarle tiempo a un cielo lleno de estrellas por considerarlas "cositas doradas que hacen desvariar a los holgazanes", que a veces nos volvemos fieles a consignas innecesarias, que necesitamos de la existencia de los otros para sentirnos realmente vivos, que solos no somos nada, que necesitamos un poco de valentía para ir en busca de lo que no conocemos y que lo que embellece a las cosas es invisible, es aquello que se guarda en el fondo del corazón.
Y admiré la ternura con la cual él aprecia lo que ama, su flor tan celada, aún después de haberse dado cuenta de que no era única en el universo, que lo había domesticado de manera que sólo la necesitara a ella, poseyéndolo. Pero pudo entender que era única en su universo, que fue a ella a quien cuidó y aprendió a querer y que por ella moriría...
“Si vienes a las cuatro de la tarde,
comenzaré a ser feliz desde las tres”
(Por muchos años más para aprender a vivir...)